- Hay 860.000 demandantes con relación laboral frente a 780.000 afiliados activos
- Trabajo lleva dos años incumpliendo el compromiso de Díaz de desglosar sus cifras
Desde la entrada en vigor de la reforma laboral, una de sus polémicas recurrentes es el papel que juegan los fijos discontinuos en la evolución del mercado laboral. Hablamos de una modalidad de contrato indefinido pero ligado a actividades eventuales, con lo cual encadena periodos de actividad e inactividad. Durante estos últimos, el trabajador deja de cobrar su sueldo y es dado de baja a la Seguridad Social, pero no cuenta como parado, sino como 'demandante con relación laboral', algo que ha hecho que muchos los consideren una forma de maquillar las estadísticas. El incremento de sus cifras no ha dejado de despertar dudas hasta que en enero ha ocurrido algo inédito: hubo más de estos demandantes con relación laboral inscritos en los servicios públicos de empleo que asalariados fijos discontinuos trabajando.
En concreto, el primer mes del año cerró con 779.789 afiliados medios a la Seguridad Social en alta con un contrato de este tipo (765.851 según los datos a último día de mes), mientras las estadísticas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) arrojan una cifra de 859.795 demandantes con relación laboral. Es la primera vez que este número supera el de los trabajadores en activo desde que concluyó la 'vacatio legis' de tres meses que la reforma laboral se dio para la supresión de los contratos temporales por obra y servicio, lo que supuso que la cifra de fijos discontinuos se disparara.
Los meses inmediatamente anteriores aún vienen lastrados por la pandemia: los confinamientos (recordemos que entre diciembre y febrero el COVID 19 dio su último gran coletazo con la variante 'ómicron') hicieron que también se les aplicaran medidas extraordinarias en materia de prestaciones de desempleo, similares a las de los ERTEs. Además, las estadísticas venían afectadas por un cierto caos burocrático: fue tal la carga de trabajo para los funcionarios que atendieron los millones de solicitudes de ayuda que los registros se vieron afectados.
Pero en cuanto la situación se normalizó, los demandantes con relación laboral se desplomaron, hasta los 230.972 en mayo de 2022, una vez concluida la 'vacatio legis'. Pero desde entonces se han multiplicado por 3,6. Mientras la cifra de afiliados medios se mantiene en niveles prácticamente idénticos: solo han aumentado un 1,08%.
Aunque hay que tener en cuenta que, al tratarse de empleos de carácter estacional, comparar un mes de mayo con diciembre no es demasiado correcto. Si nos remontamos a diciembre de 2019 (último periodo comparable sin el efecto 'pandemia') nos encontramos 356.731 afiliados medios fijos discontinuos y 301.316 demandantes con relación laboral. Desde entonces, los primeros se han disparado un 118% y los segundos un 185%.
Pero aquí surge una sorpresa: en el último año, el incremento del número de asalariados se ha frenado abruptamente. Así, los afilados han caído un 3,3% respecto a enero de 2024, aunque los demandantes aún se han incrementado un 10%. Un comportamiento extraño, sobre todo en un contexto económico como el actual, boyante para la creación de empleo. ¿Cómo se explica?
Hace exactamente dos años, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se comprometió a publicar datos desglosados de la situación real de los fijos discontinuos inactivos. Nunca lo hizo (descontando una confusa filtración de datos a través de una respuesta parlamentaria al Grupo Popular en el Senado). Desde entonces, su departamento se enroca en tres argumentos ante cada consulta.
El primero, que los trabajadores en esta situación nunca han contado como parados y así lo dicta una orden de 1985. Es cierto, aunque la misma normativa faculta al Gobierno a publicar información más desglosada de los colectivos 'no parados', algo que se ha hecho en muchas ocasiones, como se ve solo con analizar la actual serie estadística del SEPE, que se remonta a 2005.
El segundo, que el registro y clasificación de la demanda depende de las comunidades autónomas, no del SEPE, que solo publica los datos. Esto también es verdad, con un matiz: el organismo estatal revisa y coteja los datos, ya que de ellos depende el pago de prestaciones. De hecho, es habitual que miles de demandantes sean reasignados en otras categorías de un mes a otro. Esto nunca ha supuesto un problema para las estadísticas, salvo en otoño de 2022, cuando el desfase superó los 100.000 parados que se reasignaron como demandantes con relación laboral. ¿Qué ocurrió? Que las comunidades contaron a fijos discontinuos inactivos como desempleados por un error en el cruce de los datos de baja de la Seguridad Social.
El tercer argumento es reducir el peso del empleo fijo discontinuo, apenas un 5% del total de la afiliación. Tampoco es falso, pero obvia la disparada volatilidad de estos contratos. El pase a la inactividad es la segunda causa de baja de afiliación en España, solo por detrás del fin de un contrato temporal. Además, el propio Ministerio ha lanzado una campaña de Inspección sobre las empresas de trabajo temporal y otras empresas contra el 'abuso' de esta figura (pese a que fue la reforma laboral la que permitió que las ETTs hacer contratos fijos discontinuos para ponerlos a disposición de sus clientes).
En cualquier caso, parece que esta presión legal y la propia complejidad de la figura ha hecho que pierda interés para las empresas, aunque se mantiene en niveles muy elevados respecto a su media histórica. Y aunque haya menos, esto no significa que su rotación se hay reducido, como hemos contado en elEconomista.es.
Así que, ante la opacidad del Gobierno, las preguntas siguen en el aire. La más habitual, si los demandantes con relación laboral son 'paro oculto' es más compleja de lo que muchos se plantean. Para empezar, sabemos que es la categoría en la que se incluyen los fijos discontinuos, pero no si todos son fijos discontinuos.
Aunque viendo su evolución desde 2022, es bastante evidente una correlación con los cambios legales, su papel en el paro efectivo es discutible. Técnicamente, un fijo discontinuo que se inscriba al paro tiene derecho a percibir una prestación por desempleo (si ha cotizado lo suficiente) hasta que recibe el llamamiento de su empresa. De hecho, la reciente reforma del subsidio modificó la ley para que resulte más fácil retirarles la prestación si el trabajador rechaza reincorporarse.
Sin embargo, en 2024 solo percibieron la prestación por pase a la inactividad una media de 127.276 personas al mes, según los registros del SEPE. En diciembre, últimos datos disponibles, la cifra subió un poco más, hasta las 182.960. Aproximadamente un 22% de los demandantes en ese mes. Se mire por donde se mire, los fijos discontinuos cobrando el paro solo son una pequeña parte de los demandantes de empleo. Esto se explica porque muchos han agotado la prestación.
¿Qué incentivo tiene alguien para inscribirse como demandante de empleo si no va a cobrar nada? La razón es beneficiarse de otro tipo de ayudas, como cursos de formación, orientación laboral o ganar puntos en convocatorias de empleo público. Beneficios que alcanzan tanto a los desempleados como a aquellos que sí están trabajando. Pero en el caso de los fijos discontinuos hay otra razón: la volatilidad de sus empleos.
A diferencia de los demandantes ocupados, los que tienen relación laboral atraviesan periodos de inactividad cada pocos meses o incluso semanas. Como hay que renovar la solicitud cada tres meses, es muy posible que el momento del trámite les 'pille' sin trabajar, por lo que optan por mantener la solicitud vigente. Hay que tener en cuenta que el 93% del total de altas demandas de empleo que se tramitan cada mes son renovaciones.
En todo caso, aunque los datos publicados por el SEPE provengan de las comunidades autónomas, la negativa de Trabajo de cumplir su propio compromiso de transparencia y desglose de las cifras de los fijos discontinuos supone un claro lastre para el análisis del mercado laboral y la calidad efectiva de los empleos en un país que se jacta de crear más ocupación que las grandes economías del euro, pero mantiene disparadas tasas de paro y rotación de los puestos de trabajo pese a la reforma que acaba de cumplir tres años.
Fuente: elEconomista